lunes, 5 de abril de 2010

A Eugenio MONTEJO

Un poema de mesa compartida
© Jacqueline Goldberg



en el altar de la tercera mesa
el poeta requería cabrito
o cordero con judías rojas

nadie adivinaba si andaba diurno o abolido
si venía de dar tumbos en la niebla
si un milenio resquebrajaba sus dones de hoja

una sola vez almorcé en sus cercanías
fue en Casa de Estudiantes de Madrid
—¿otoño, 2005?—
creo que ambos nos conformamos
con un risoto verdeado por insípidos espárragos

aquella comida
especiada de vocablos que pasaban de largo
no fue obediente
ni remontó otros ventrílocuos mesones
no agujereó la espesura de la patria crucial
no simplificó la tarea de acompañarse
empeoró más bien
en la artesanía de un azar
que nunca más admitió compartir
un viaje
un higo
un relámpago

(y a Andrés Rodríguez y su Mesón)

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