domingo, 19 de septiembre de 2010

Cena de amigos, la mejor


No hay mejor cocinero que aquel que lo hace por gusto, afecto, pasión. Para el momento y la eternidad. Para todo y nada. Para nosotros, que deambulamos entre premuras, para los amigos, los viejos amigos, los afectos que hacen puré el corazón.
Por suerte cada vez que voy a Maracaibo y empiezo a pasar el puente….. tengo una cena en casa de mis adorados Víctor Fuenmayor y Jimmy Yánez. Justo después del Año Nuevo Judío el amable hogar frente al lago nos reunió —junto a Fernando Bracho y mis bellos primos Dinah Bromberg y Luís González— para una ecléctica cena emanada de los fogones del Yánez, curador, estudioso del arte, museólogo y un montón de cosas más que yo misma no logró enlistar.
Esa noche la mesa nos ofrendó con lo que Jimmy osó llamar en principio un “Asado”. Iba imaginando papelón, una carne algo pesada y dura, un homenaje a Armando Scannone y festines criollos. Pero el Asado no era tal y la cena fue más bien un collage cultural. La carne era una tiernísima sobrebarriga —más a los aires colombianos, corte llamado “pollito”— y su aderezo un festín aún más lejano. El mismo Jimmy me cuenta la receta a petición: “La carne la maceré de un día para otro en la nevera (estrujándola, golpeándola) y sumergiéndola en aceite de oliva, sal, vinagre de hierbas y en esta oportunidad en un Tempero Baiano de Salvador de Bahía, Brasil, que contiene pimienta del reino, pimienta calabresa, tocineta, orégano, comino, cilantro, cúrcuma y ajo”. A estas maravillas el cocinero agregó Herbes de Provence: tomillo, mejorana, orégano, romero, albahaca, perifollo del estragón, laurel, lavanda y ajedrea —salsa de pobre, la misma que se usa para adobar las aceitunas, explica.
El día de la cena escurrió la carne y la selló en sartén caliente y luego la introdujo por dos horas y media en el horno previamente calentado a 180º. Una hora antes de sacarla, agrego cebollas moradas, dientes de ajo y media hora después unas gloriosas rodajas de piña cubiertas de azúcar morena. “Delicioso para gente deliciosa”, dice él mismo y con toda razón.
Aquella gloriosa carne estuvo acompañada por unas papas al vapor y lo que Jimmy llamó un Couscus y sobre el que, por cierto, no llegamos a discutir. Pues Couscus nada. Eso era una divinísima ensalada de creación propia con tomate, cilantro, garbanzos y trigo, es decir, una mezcla de Pico e gallo mexicano, Tabule oriental y cariño maracucho. El postre insuperable: helado, Brownie y dulce de naranjas amargas. ¿Olvido algo? Seguro que mucho.
Ese día, medio en broma y medio en serio, instauré las llamadas Estrellas Jacqueline. Si el Micheline, tan cauchúo él, tiene cinco y las da a diestra y siniestra, pues yo desde Maracaibo puedo permitirme otorgar tres a mi manera. Y Chez Jimmy y Víctor, esa noche, por su afecto, sus atenciones, el vino y la maravillosa cena se las ganaron todas. Claro, en cada viaje mío a Maracaibo deberán mantener su prestigio, la cosa no es tan fácil, amén de que amigos convocados a otras cenas deben reportar sus pareceres.
También en Caracas reparto Estrellas Jacqueline. Se escuchan propuestas…

Víctor Fuenmayor, anfitrión insuperable

Jimmy Yánez, el cocinero (lástima que no nos recibió con esta pinta)

Dinah Bromberg, dulce, querida, experta como pocos
en temas de “Discpacidad”…. Y mi prima…

2 comentarios:

Consuelo Mendez dijo...

gracias por compartir esto Jacqueline....también Victor y Jimmy son amados para mí. Por cierto no me contestaste lo de la imágen para el libro aquel ¿para cuándo la necesitas?
cariños

Anónimo dijo...

Indudable Jimmy Yanez y Victor Fuenmayor son unos anfitriones increibles. Mucho amor para todos!!! Rosana Fernandez