lunes, 11 de octubre de 2010

Los 33 mineros de Chile: su hambre, su alimento


Este miércoles, si no surgen imprevistos, comenzará el rescate de los 33 mineros que se encuentran atrapados desde el 5 de agosto pasado bajo 700 metros de tierra y rocas en el norte de Chile. Desde que se conoció la noticia de esta catástrofe que ha mantenido en vilo al planeta, todos nos hemos preguntado qué comen, cómo duermen, qué piensan, qué pesadillas tendrán luego esos hombres ahora signados por la tierra.
Luego de 18 días sepultados en la mina San José, en la primera comunicación telefónica con la superficie, los mineros dieron las esperadas señales de vida y su mensaje fue: "Estamos todos sanos y con hambre". Pidieron comida, oxigeno y agua.
El 23 de agosto, los rescatistas comenzaron a alimentarlos. Se envió glucosa, comida en gel y un instructivo para que supieran cómo ingerir esos poco provocativos elementos que los mantendrían con vida. “El proceso de alimentación debe ser muy cuidadoso; los elementos que se les envíen deben ser bien elegidos, pues cada despacho de comida y provisiones se demora dos horas”, explicó en ese momento el ministro de Salud, Jaime Mañalich.
Progresivamente les fueron enviados otros alimentos, aumentándoseles la cantidad de calorías con el propósito de normalizar su condición física, pero sin que ello les hiciera aumentar de peso, cosa que dificultaría las labores de rescate a través de las llamadas “palomas azules”.

La primera comida de verdad verdad

Fue a los 27 días de estar atrapados cuando los mineros comenzaron a recibir comida caliente. “En pequeños potes se les enviaron los alimentos contemplados en la dieta establecida por un médico nutriólogo, y que incluyó para este miércoles arroz con bolas de carne de vacuno, pan con queso, y trozos de kiwis de postre para su primer almuerzo sólido y caliente”, según informó AP.
El Bicentenario de Chile, el 18 de septiembre, significó el envío de bien horneadas empanadas chilenas. El tema del vino fue durante días discutido y aireado por la prensa, pero finalmente el equipo médico y de rescate recomendó que no se les bajara vino ni ningún tipo de bebida alcohólica.
Anteayer, 9 de octubre los familiares apostados en el campamento fueron ofrendados con Cordero al palo por los sindicatos de pescadores y funcionarios municipales de Vichuquén, poblado ubicado a 1.100 kilómetros de la mina. La delegación viajo por pura solidaridad cargando con 10 corderos que pusieron a las brasas para dar un poco de sosiego a las 500 personas que se mantienen en el Campamento Esperanza a la espera del fin de esta historia, que ojalá ocurra ya sin más sobersaltos en unas horas, cuando los mineros degustarán su comida de siempre, la que quizás nunca imaginaron que añorarían hasta la desesperación.

Cordero arriba, esperanza bajo tierra

1 comentario:

Cheverita dijo...

Gracias, Jacqueline. Todo lo que leía sobre la situación de los mineros era cómo estaban pensando sacarlos de allá, pero me moría de curiosidad de saber otros detalles más humanos, como por ejemplo qué comían.
Un abrazo