lunes, 31 de enero de 2011

Las leguminosas de Gerardo Deniz

Gerardo Deniz es un poeta madrileño nacionalizado mexicano desde los días de la Guerra Civil Española. Su nombre verdadero es Juan Almela. Estudió Química y es traductor del sánscrito y del ruso, entre otras lenguas, lo que se nota en su poesía, llena de giros lúdicos, ritmos cautivantes y a ratos insolentes. Su libro Erdera —publicado en 2005 por el Fondo de Cultura Económica y que reúne toda la poesía publicada por el autor — fue considerado como el más prominente de la primera década de este siglo. “Orfebre de objetos que conmueven al lector con su hermetismo y culteranismo, y un fino humor que cala hasta los huesos”, lo definió Silvia Eugenia Castillero, poeta y editora de la revista Luvina.
El poema que sigue es justamente del libro Erdera y uno de los muchos que echan mano al paladar como centro poético y memorioso.

Imagen de Just Vegetal

Leguminosas

Las lentejas brutamente cocinadas
son buenas porque son buenas, mejores
cuando l as condimentan
liliácea leve picante tocino disimulado—
encima una salchicha, su enorme himen estallado de pudor;
longitudinal,
o bien frijoles aguados, refritos, con chorizo o sin él,
todo no poco bendito
—tal cual cucharón goteando
alubias jaféticas para empujarlas en Noemí espigada
y dos riñones meones por añadidura
hasta santísimos lugares.
¿Y esos verdes ejotes perennes
que odié mucho de niño,
arranqué y deshilé con estas garras
mientras mi padre se enfrascaba,
sobre la mesa de cocina,
en tomos centenarios de agricultura de Ginebra, del pays de Gez
que Voltaire tal vez ojeó?

domingo, 30 de enero de 2011

Pasión, café y más café

Carbone espresso


En Venezuela beber un café callejero es asunto complicado. Puede uno solicitar al mesonero o en una barra, entre otra cantidad de opciones:

Café con lágrima
Tetero
Con leche clarito
Con leche oscuro
Marrón claro
Marrón oscuro
Marrón ni tan claro ni tan oscuro
Guayoyo
Expresso

Al listín se añaden cafés sofisticados —Machiatto, Café irlandés, etc—servidos en lugares más serenos que una arepera, pero en los que todavía queda la opción del desparpajo de decir: “échemele un poquito más de leche”, “no muy caliente”, “que eche humo”.
Hacer café en Venezuela es un ejercicio de prestidigitación cromática. El café pasa a ser asunto tan extremadamente cotidiano que pierde gracia: es excusa, acto inconciente, pacto socializador, a veces vicio y veneno. Nos acostumbramos al “lo que sea”, “cómo venga”. Pocos reclaman un mal café con la certeza de que habrá muchos otros, quizá mejores, que no hay porqué ser exigentes, que un café es un café es un café.

Hoy, siguiendo la pista a no pocos rumores cibernéticos, me enrumbé hacia la boutique Nino Carbone, de enorme tradición caraqueña. Se dice, se escribe, que allí el hijo del mítico sastre, Pietro Carbone, hizo del café que toda la vida se ha servido a la clientela, una pequeña joyería. Y así es. Tuve la suerte de que él mismo me abriera la puerta y me condujera a la barra ubicada en el fondo de la tienda, donde un sofá Chesterfield propone un rato de paz. El propio Pietro —Master barista— nos sirvió para comenzar un espresso cuya calidad hizo innecesaria azúcar. Luego vino lo que el asumió como un simple Capuccino, pero cuya cremosidad hablaba de secretos, tradición, una Italia lejana dialogando con granos escogidos del mejor café venezolano, tostado bajo su propia supervisión. Por último probamos el llamado Bombón: leche condensada, café y leche en lujosas capas de coctelería.
Soy poco bebedora de café, incluso hace algo de daño al perenne sismo de mis manos. Pese a haber bebido dos tazas, me he sentido muy bien luego: la cafeína en un grano tostado con precisión disminuye su potencia y resalta aromas, sabores, memorias, disfrutes. Y es justamente el tostado del café que consigue Carbone lo que hace de sus preparaciones verdaderas ofrendas para un alma atardecida de ciudad.


A estas horas ya no estoy muy segura de si disfruté más el café o la conversa del barista. O ambos. Si, ambas maravillas se mezclaron abriendo puertas a otra dimensión de la bebida. Pietro Carbone habla como pocos sobre café, su pasión es desbordada y desbordante, por eso quienes han hecho sus cursos de Barismo terminan eufóricos y conformando una suerte de secta del placer que buscan una calma a la que no invitan bebedizos de por ahí.
Nos cuenta el estupendo blog El Gourmet urbano —donde el barista es colaborador fijo— que Pietro Carbone es “licenciado en Administración de la Universidad Metropolitana, con Maestría en Finanzas en esta misma casa de estudios. Trabajó dos años en Pequiven y en la actualidad es Gerente de la tienda Nino Carbone Boutique. Barista graduado en el Istituto Nazionale Espresso Italiano y con una amplia experiencia en importantes hoteles y bares de Milán y Torino. Ofrece servicio de estaciones de café para reuniones, catas y degustaciones”.
Yo tengo mucho más que decir, puedo hablar desde la poesía de una delicia milenaria que en Venezuela maltratamos y que debería, como el vino en Argentina, constituirse en bebida nacional. Pero lejos estamos de sueños y excelencias. Por ahora nos conformamos con quienes si entienden de café y Carbone, sin duda, es uno de ellos.
Artículo recomendado el El Gourmet Urbano: AQUI

Carbone Espresso
Movil: 0058 414 2557707
Tienda: 0058 212 2617044
Email: carbonespresso@gmail.com

Nino Carbone Boutique
6ta avenida, con 3era y 5ta Transversal, Altamira.

sábado, 29 de enero de 2011

El hombre de al lado

Y un escabeche de jabalí

A Adriana Morán,
que nos acompañó de Buenos Aires a La Plata para ver esta casa





Anoche vi una película argentina maravillosa, muy premiada ya, apenas estrenada en septiembre del año pasado: El hombre de al lado, dirigida por la dupla Gastón Duprat y Mariano Cohn, con guión de Andrés Duprat. Los protagonistas son Rafael Spregelburd y Daniel Aráoz.
La cinta está ambientada en la Casa Curutchet, ubicada en la ciudad de La Plata, la única que diseñara en América Latina el célebre arquitecto Le Corbusier. En aquella quinta maravillosa, de rampas y paredes blancas, se desencadena una tragedia que, no por casualidad, tiene como origen la necesitad del vecino, Víctor, de “una rayitos de sol”, tema que obsesionaba a Le Corbusier.
El propietario de la célebre casa, Leonardo, es un diseñador amargado, prestigioso, culto, refinado, al que detestan su esposa y su hija, y que enloquece ante la construcción de la ventana que taladra su privacidad, su cordura y luego su destino.
En algún momento, entre las muchas e irónicas reconciliaciones que intentan los personajes con el único propósito de defender y desaparecer el boquete abierto en la medianera entre ambas casas, el vecino que despierta todas las miserias del propietario —ordinario, con cara de matón, medio sádico, artista que hace raras esculturas y performances a través de la ventana en construcción—, le pasa en un tobo un frasco con un escabeche de jabalí que dice haber preparado él mismo. Cuenta que mató al animal, que lo escuchó gritar, lo desolló y lo condimentó con mucho ajo. El propietario de la lujosa casa de Le Corbusier accede a probar con asco aquella preparación, cuya receta es el sonido que acompaña a los créditos finales y que posee muchos significados dada la violencia del jabalí, su carne prohibida, su rareza en aquella disputa por un poco de sol.

viernes, 21 de enero de 2011

Los intelectuales no escapan al cuerpo

El hambre de Franz Kafka
Vicente Verdú (El País, España, 20/01/2011)

El autor de La Metamorfosis a los 13 años


Franz Kafka murió a los 41 años en un sanatorio que empezó a visitar en 1917 cuando se le presentó su tuberculosis en la garganta. Algunos de los libros médicos y kafkianos han explicado ese mal que terminó matándolo, por el asiduo consumo de leche no pasteurizada pero eso mismo hacía, sin estas consecuencias, la generalidad de la población. ¿Era Kafka un ser débil y no pudo afrontar el mal? Era lábil y fuerte, frágil y contundente, místico y gimnástico. Pero, además, según ha expuesto en la revista Jano de enero Luis M. Iruela, jefe de Psiquiatría del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, un enfermo de anorexia nerviosa.
No es la primera vez que al escritor se le atribuye este diagnóstico pero la enfermedad adquiere un talante diferente si se la contempla hoy en plena mímesis de la delgadez con los modelos de entonces.
La estética, la mística y la clínica forman una secuencia a la que Kafka añadía, de acuerdo con su biografía, una manera de eximir su cuerpo de la visión temible del padre o de rehuir con su mengua la presencia que, en todo caso, deseaba rehuir.
Algunos amigos de Kafka, asistentes a las reuniones en que se leían sus manuscritos y se reían sus ocurrencias (de La metamorfosis, por ejemplo) forman una escena, según Max Brod, opuesta a la figura enfermiza y atormentada de Kafka.
Pero ¿qué vivir? Tuvo apenas sexo con prostitutas pero nunca con sus parejas o novias (Felice, Milena). Es amante de la natación en parte como una disciplina de oxígeno y agua helada pero también como una entrega a lo salvaje.
No comer comporta un rechazo del mundo exterior pero, curiosamente, sobre ese mundo estaba más implicado y pendiente de lo que se imagina, según su biógrafo Joachim Unseld. El artista del hambre, un relato publicado en 1922, es la historia de un hombre que se exhibe ante el público como una atracción de circo y los espectadores contemplan minuciosamente en su camino hacia la inanición.
Los bulímicos acceden al ideal de su extrema delgadez comiendo de todo y vomitándolo todo. El todo del anoréxico, sin embargo, nunca llega a estar dentro de él sino que el todo es precisamente él.
Tanto Matthew Barrie, el autor de Peter Pan, como Lord Byron fueron también enfermos de anorexia nerviosa. Aprehensivos respecto a los exteriores y aprehensivos respecto a su futuro porque rechazar la comida es la metáfora del miedo a la contaminación ajena y, de otro lado, una afirmación bien perfilada de la propia figura. "La ruta va a través del hambre" -dice el protagonista del cuento Investigaciones de un perro (1922)-; "lo más elevado se conquista solo por el más elevado sacrificio y el más alto sacrificio es entre nosotros el hambre voluntaria".
No había en esos barrios de Praga mucho que comer y, en consecuencia, llegar a la nada convierte la suma indigencia en hazaña y la extrema necesidad en majestad. Esa majestad que, en el mundo del sexo, le lleva a decir a su amada Milena: "El coito con la persona amada puede conducir a la pérdida del amor". O escribe en su diario: "Coito es el castigo por la felicidad de estar juntos".
El rechazo a la felicidad a través del displacer y el rechazo del regusto que ofrece la comida se corresponden con la actitud de Nicolai Gogol, un torturado semejante, capaz de afirmar que de haber cedido al amor "este le hubiera reducido instantáneamente a polvo". El chiste se brinda tan fácil que más vale pensar en sus mentes sadomasoquistas o atribuirles hagiográficamente a estos gigantes la idea perfeccionista que ve, en toda grasa de más, bardoma y, en toda ingestión, un síntoma de ignominia.

jueves, 20 de enero de 2011

Un filósofo a la mesa, en la cocina

Martin Heidegger y su cabaña

Estas imágenes del filósofo Martin Heidegger fueron captadas en su pequeña y austera casa de madera en Todtnauberg, a dieciocho kilómetros de Friburgo, en las montañas de la Selva Negra alemana, en la que pasó largas temporadas y donde escribió algunos de sus más importantes libros.




Ninguna época ha sabido tantas y tan diversas cosas
del hombre como la nuestra. Pero en verdad, nunca
se ha sabido menos qué es el hombre.

Martin Heidegger


La angustia es la disposición fundamental
que nos coloca ante la nada.

Martin Heidegger

miércoles, 19 de enero de 2011

Paul Cézanne, maestro de los bodegones

Un tributo en su aniversario


Hoy 19 de enero se cumplen 172 años del nacimiento del pintor postimpresionista francés Paul Cézanne. Muchas son las obras de este artista que generó la transición entre el siglo XIX y el XX —y que fuera poco reconocido en sus tiempos— dedicadas a la mesas, naturalezas muertas o bodegones convertidos en poéticas de la cotidianidad.
Maravilla que la página principal del portal web de búsquedas Google haya amanecido hoy engalanado con un imagen de Cézanne, convertida en su logo.
He aquí una pequeña muestra de la mirada de Cézanne sobre mesas, frutas, jarras, aquello que se hallaba entre su imaginación y la mes y un poema que lo recuerda.

Deshace julio en vapor los cristales
de las ventanas del agua y del aire.

En el blanco azul tornasol del mantel
los frutos toman posturas eternas
para el ojo y para el pincel.

Junto a las naranjas de abiertos poros
las manzanas se pintan demasiado,
y a los duraznos, por su piel de quince años,
dan deseos de acariciarlos.
Los perones rodaron su mármol transparente
lejos de las peras pecosas
y de las nueces arrugadas.

¡Calor! Sin embargo, da pena
beberse la "naturaleza muerta"
que han dejado dentro del vaso.

Xavier Villaurrutia








martes, 18 de enero de 2011

Kira Kariakin reporta sus exóticos apetitos

Kira Kariakin anda por Jacarta, capital de Indonesia, situada en la costa noroeste de la exótica Isla de Java. Anda de trabajo, con su maravillosa poesía a cuestas y sus ojos bien abiertos. Le pedí que me contara sobre cuanto come. Y he aquí varias delicias degustadas:

Este es un plato de la Isla de Java, Pinchitos de pollo a la parrilla con salsa de maní y soya dulce, aderezados con cebollita-shallots fritas tostadas: El acompañamiento es una suerte de bollo de arroz cocido, amasado y cocinado al vapor y envuelto en hojas de platano. En el otro plato hay pepino y trocitos de zanahoria encurtidos. “Hasta ahora uno de mis favoritos”, dice desde la lejura Kira.



“Snake skin fruit opened... La fruta la llaman en inglés piel de serpiente, porque la textura es tal cual... Sabe parecido a la manzana roja, bien dulce y perfumada pero la textura es como de papa cruda o rábano... algo así”.



Comenta Kira en Facebook: “Esto supuestamente era una bebida mixta de jugos, cuando me la trajeron era un granizado con granadina y leche condensada, creo que leche de coco y trozos de fruta dentro como cambur, jackfruit, carne de coco tierna y otras que no reconocí junto con trozos pequeños de gelatina bien dura de uva y de gelatina de arroz... La cosa es irse comiendo la ‘bebida’ mientras se derrite y luego se toma con una cuchara de sopa...!



lunes, 17 de enero de 2011

La dificultad de DECIR


Lo escribió el poeta Johann W. Goethe: “Es gran virtud del hombre sereno oír todo lo que censuran contra él, para corregir lo que sea verdad y no alterarse por lo que sea mentira”.

Qué difícil es decir lo que uno piensa en el mundo gastronómico, cuando hay mercadeo de por medio, cuando se cree que uno se debe tan sólo a la alabanza. El comentario dejado en mi post anterior —que trató sobre el joven cocinero Omar Pereney y su recién inaugurado Dalai Restaurante&Lounge— no hace sino reiterarme que debo quedarme en el frágil abrazo de la poesía, que desde mi pequeño mundo oscuro sólo puedo obedecer a la intuición. No estoy para complacencias gratuitas, para agradecimientos forzados. Por eso ya no me invitan a muchos eventos y a otros tantos que me invitan no voy. Y cuando escribo algunos no leen completo, dejan a las fáciles entrelíneas sus propios meridianos y acritudes.

Si erré, pido disculpas y escucho serena. Y no me altero ante lo que presumo mentira, exageración, exceso de sensibilidad.

Omar Pereney con fogones propios

Lo joven no quita lo valiente

Hace algo más de tres años entrevisté a Omar Pereney para la revista Papa y Vino. Llevaba ya más de año y medio en la gastronomía. Era entonces más bajito que yo, con una voz que parecía una gallera y certezas que necesariamente había que observar con cuidado. Hoy el muchacho me lleva varias cabezas, tiene dieciséis años y su talento y esfuerzo han apaciguado las no pocas suspicacias que en aquel momento despertaba. Lo hemos visto crecer física y profesionalmente, aparecer en su propio programa de elgourmet.comYo, cocinero, con dos temporadas al aire, ver video— y ahora ponerse a la cabeza de su propia cocina, Dalai Restaurante-Lounge, de corte asiático, inaugurado el pasado viernes en el Centro Comercial San Ignacio.
En los tiempos de aquella entrevista, Omar Pereney compartía los comienzos de su bachillerato con los fogones de Tragaluz. Se estrenaba por entonces Ratatouille y él confesaba que la película le había dado pistas sobre su destino: “Aunque no me agrade la comparación, pensé que si una rata puede cocinar, un niño también. No me gusta que me traten como un niño cuando estoy en la cocina. Quiero que me tomen en cuenta”.
Con un lenguaje que asombraba y que bien quisieran manejar muchos chefs de madura edad, Pereney apuntaba que comía de todo y que conservaba una vasta memoria de sabores: “La mejor escuela es la práctica. He visto muchos programas de cocina, he leído libros, pero lo que más me gusta es estar en la cocina, sentir la adrenalina que se produce allí”. Ya entonces había pasado temporadas en la cocina de Sibaris, junto a Sumito Estévez, en la de Le Gourmet junto a Tomás Fernández, así como con José Luís Alvarez y Carlos García. Luego siguieron muchas otras pasantías y recientemente éxitos cosechados en Buenos Aires.
En mi entrevista señalaba que sus favoritos eran los risotos, pero no quería aún hablar de lo que pudiera ser su especialidad: “Porque un cocinero debe cocinar de todo y hacerlo bien. Quiero darme la oportunidad de conocer diferentes estilos de cocina para después decidir si quiero especializarme en algo”. Por ahora lo suyo parecer ser el sushi y los platillos del oriente.
La inauguración de Dalai Restaurante-Lounge, una optimista apuestas en estos tiempos difíciles, no necesariamente termina de sellar el rumbo de Pereney. Sigue siendo muy —muy, muy— joven, le queda mucho por aprender, mostrar y, sobre todo, soportar en el rudo mundo de las cocinas y las neurosis que propicia una sala llena, hambrienta e implacable.
Yo creo en las vocaciones tempranas como las de Pereney. Creo en los triunfos que no matan el talento, que no engordan los orgullos. Creo que hay genios, que hay gente que empieza temprano y que eso puede contar a la larga a su favor. Pero Omar Pereney no será por siempre una “joven promesa” ni un fenómeno mercadeable precisamente por “jovencísimo”. Y entonces veremos.
El futuro aún no existe y del presente poco puedo decir. La noche de la inauguración fue un poco extraña, no se entendía que aquello era tan solo un brindis, que quien deseara probar las creaturas de Pereney debía reservar, sentarse en la enorme sala o pedir platillos en la terraza y, por supuesto, pagar por ello. Ni el menú alcancé a ver. Tampoco pude saludar a Omar y expresarle mis buenos deseos. Las copas de vino brindadas me abrieron el apetito, pero nada pude probar. Seguramente más adelante lo haré. Y no dudo que si Pereney escucha los mandatos de su intuición, se mueve con pies de plomo, no se permite la arrogancia, estudia, no se deja entrampar en las marquesinas del comercio restaurador y continúa como va, lo veremos brillar y ser uno de los grandes nombres de la gastronomía venezolana contemporánea.
En la revista Papa y Vino publicamos en el 2007 una deliciosa receta de su autoría que reproduzco a sabiendas de que con los años y la experiencia adquirida por Pereney pudo haber cambiado. Aquello si lo probé y me encantó:


Terrine de róbalo con langostinos

Ingredientes (2 porciones)
Terrine
200 gr de róbalo sin piel
40 gr de langostinos Pelados
20 gr de pimentón
30 gr de cebolla morada
10 gr de ají dulce
10 gr de alcaparra bebé
05 gr de ciboullette
03 gr de cCilantro
01 diente de ajo
01 yema de huevo
Sal y pimienta al gusto
Salsa picante al gusto (opcional)

Salsa
30 gr de pasta miso (soya Fermentada)
05 gr de salsa picante sambal-ulek
30 gr de miel

Montaje
2 tortillas de trigo
2 Calabacines bebé
15 gramos de fideos de arroz (opcional)


Preparación
Para la Terrine
Moler el róbalo. Picar muy finamente el pimentón, la cebolla, el ají dulce, el cilantro, el ciboullette y el ajo. En un bol agrega el róbalo, todos los vegetales picados, la yema de huevo, la salsa picante (opcional), la sal y la pimienta e incorpóralos hasta conseguir una especie de masa o pasta. En un timbal o molde colocar una capa de nuestra mezcla de róbalo, presionar bien para que tenga consistencia, colócale por encima una capa de alcaparras, luego cúbrelas con una capa de langostinos bien compactados y por ultimo coloca otra capa de róbalo. Envolver con papel film y cocinar en baño de maría de 25 a 30 minutos.

Para la salsa
En un recipiente mezclar la pasta miso, la salsa sambal-ulek y la miel.

Para el montaje
Toma dos tortillas de harina de trigo, enróllalas y picalas en tiras muy finas. Colócalas a freír por unos segundos en aceite bien caliente, del mismo modo fríe los fideos de arroz. Rebana los calabacines a lo largo y prepara unos roles con estas rebanadas. Para el montaje final en un plato llano desmolda y sirve el terrine colocándole los fideos de arroz encima y ubicándola a un extremo del plato, en el extremo opuesto del mismo, coloca las tortillas de trigo con los roles de calabacín y adorna con la salsa

viernes, 14 de enero de 2011

Charles Chaplin, mesonero


Hoy estuve recordando la fabulosa escena del restaurante de la película de Chaplin Tiempos modernos. No dudo que son muchos los mesoneros que hacen mil peripecias para llegar a una mesa. Y dios nos libre de enterarnos de lo que ocurre en el camino...

domingo, 9 de enero de 2011

Chávez expropia la nutrición

Cania en las garras
del odio gobiernero




El presidente Hugo Chávez —que si de algo sabe es de comer y mucho—
mientras solicitaba al ministerio del Poder Popular
para la Educación Universitaria (MPPEU),
incluir la carrera de gastronomía dentro de las ofertas
que ofrece el gobierno bolivariano en este nivel educativo.
(Foto: AVN/ Zurimar Campos)


Ayer sábado 8 de enero, el presidente venezolano Hugo Chávez anunció, como si se tratara de cualquier cosa, la “ocupación temporal” de los terrenos pertenecientes al Centro de Atención Nutricional Infantil Antímano (Cania) para la supuesta construcción de viviendas autogestionadas por parte del Campamento de Pioneros Nuevas Comunidades Socialistas de Luchadores Amatina. ¿La razón obvia? La institución es una obra social de Empresas Polar. Poco le importó al presidente que Cania se dedique desde 1982 a “la atención integral de la condición nutricional y la producción y difusión de conocimientos que logran cambios positivos sostenibles en la comunidad, organizaciones, gremios científicos y académicos”. Poco le importó que la institución recibiera un promedio de 200 pacientes diarios y que en 15 años de trabajo en la comunidad ha atendido a más de 200 mil, así como a 4 mil madres embarazadas.
Leemos en la página de Cania que “en el mismo terreno de 10.000 m2 ubicado en Antímano, donde en 1941 comenzó a funcionar la primera planta de cerveza de Empresas Polar, la Junta Directiva decide en 1982 destinar ese espacio al cumplimiento de una obra social. De esta manera retribuye Empresas Polar al colectivo de Antímano y al país en general por haber acompañado el nacimiento de su industria”.
El desproporcionado odio del presidente, su ignorancia, su “mala leche” —nunca mejor usado el popular término— no atiende a visiones reales, le da igual invadir terrenos baldíos, productivos o como los de Cania, donde se emprenden labores que no atiende el propio gobierno. Cania, en veloz resumen, tiene objetivos preventivos, curativos, docentes, de investigación y de proyección y comunicación, todo en ello en torno al tema de la malnutrición en niños, niñas, adolescentes y mujeres embarazadas con trastornos relacionados con la nutrición.
“Está abandonado, es un galpón. De repente es del mismo Estado, ellos tendrían que demostrar que son propietarios porque mucha gente dice que son propietarios y a lo mejor no lo son”, afirmó Chávez, a la vez que balbuceaba explicaciones sobre que un grupo oficialista se encargará de la “autogestión” de este terreno. (Tomado de Tal Cual)
Las áreas de acción de Cania son muchísimas, valientes y valiosas. No hay espacio aquí para mostrarlas todas. Dese usted, estimado lector de este blog, una vueltita por la página web de Cania y saque sus propias conclusiones sobre la labor de la institución perteneciente a la Fundación Polar. Las conclusiones sobre lo que viene haciendo el presidente Chávez las llevamos todos entre pecho y espalda, se nos cuela al tuétano, al alma y que quede claro, sobre todo a la memoria. Ya veremos cuántas casas construirá el Gobierno en los terrenos expropiados. Si los once años de esta dictadura son un ejemplo, pues sentémonos a esperar.
Dejo, sólo para bajar fuegos a la rabia que produce la situación, una nutritiva receta propuesta por Cania en su página web:

Sopa de tomates frescos

Ingredientes
2 kg tomates frescos partidos en cuartos
2 cucharadas aceite de oliva
1 cebolla grande picada en trozos
2 onzas de vino blanco
1 cucharadita de azúcar
Albahaca
Sal y pimienta Al gusto

Preparación
•Calentar el aceite en una olla grande a fuego lento, añadir la cebolla picada en trozos, tapar y cocer hasta que cristalice.
•Se añaden los tomates, las dos onzas de vino blanco y la cucharadita de azúcar; se continúa cociendo todo hasta conseguir un puré (quince minutos aproximadamente).
•Luego, verter el puré en la licuadora y licuar hasta obtener la consistencia de una sopa; después colar.
•Puede prepararse para servir caliente o fría. Antes de ponerla a la mesa, añadir sal y pimienta y adornar con hojas de albahaca.

Otras sanas recetas propuestas por Cania


Aborrecida espumita

Adriá con su Espuma de Fresa-Epazote

La espuma es un “conjunto de burbujas que se forman en la superficie de los líquidos, y se adhieren entre sí con más o menos consistencia”. Lo dice el DRAE. Es la magia de mar, de una bañera tibia y hasta de ciertas fiestas. También el non plus ultra de la cocina molecular, creada por Ferrán Adrià, servida fría o caliente y basada en el uso del sifón. Pero resulta que mi hijo y yo odiamos la espuma del Toddy, yo la del café con leche y la cerveza. Y le pregunto al hijo porqué tanto recelo con esa bonita textura sobre su bebida preferida. Y sabio como es, responde: “No tiene sabor, es desagradable e inútil”.
“Hace unos años, las espumas eran el demonio y ahora todos los cocineros las usan habitualmente en sus platos”, ha dicho El Bulli defendiendo su creación. Igual ruego que me sirvan la cerveza de ladito, para evitar la espuma….. Y al Toddy, a veces se la sacamos, aunque explico al hijo con espíritu científico que parte de los dones de la bebida es precisamente el bigote que deja esa espuma que tanto detesta.

martes, 4 de enero de 2011

Si nos dejan desayunamos



Este video muestra al Mariachi Colonial tocando en un restaurante quizá del DF, situación absolutamente natural en México. Raro es que uno esté desayunando a las diez de la mañana un lunes en Caracas en la exquisita pastelería St. Honoré y aparezcan de pronto unos mariachis con todo y sus noctámbulos atuendos, su trompeta, su vozarrón de charro malquerido. Eso ocurrió ayer mientras intentaba despedirme de unos bellos amigos que retornan a su exilio argentino. La verdad es que el asunto no nos perturbó demasiado, era un homenaje a un precioso bebé de ojos azules que soplaba su primera vela. La familia tenía, como nosotros, semblante de adiós y extranjería. De ahí el mariachi, que en Venezuela es homenaje predilecto en bodas, quince años y noviazgos en picada, eso si, de noche, muy de noche.
Tras la leve sorpresa del mariachi materializándose bajo el solazo de los Palos Grandes, quizá lo verdaderamente contundente fue que todos seguimos comiendo como si nada, tarareando cada una de las cuatro piezas interpretadas. Nos la sabíamos, no nos daba vergüenza hacerles coro, mezclar francesa Quiche Lorraine, venezolano café con leche y mexicanísimo “Si nos dejan”. Así somos, justamente por que nos dejan…..¿aún?